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Cultură

Cristo a-go-go

Todos los domingos en el pueblo suburbano de Aubervilliers, Francia, 2000 devotos van a un matadero abandonado a rezar. El espacio industrial se llena de vida cuando 30 congregaciones cristianas llevan

Hay dos verdades universales sobre ir a la iglesia: a la gente le gusta vestirse bien para Dios y los niños siempre se ven muy enfadados y nada impresionados. Todos los domingos en el pueblo suburbano de Aubervilliers, Francia, 2000 devotos van a un matadero abandonado a rezar. El espacio industrial se llena de vida cuando 30 congregaciones cristianas llevan a cabo sus desconcertantes servicios religiosos. Recientemente, se pidió la asistencia de oficiales para ayudar a la clausura y demolición del edificio, así que decidí formar parte de estas extraordinariamente extrañas ceremonias antes de que dejaran de llevarse a cabo. Primero: la Iglesia de Jesucristo en la Tierra por su embajador especial Simon Kimbangu, Kimbanguismo para abreviar, es la denominación más popular del edificio. Tiene unos 700 devotos, la mayoría de África central. Como su nombre lo sugiere, fue fundado por Simon Kibangu, un pastor protestante nacido en 1887, en Nkamba, en Bajo Congo. Sus seguidores creen que el Sr. Kibangu era un profeta y hacedor de milagros, cuyas hazañas incluyen atravesar las paredes de una prisión como fantasma para manifestarse ante los presos y declarar que moriría en 15 minutos, precisamente 15 minutos antes de su muerte. Si eso no es suficiente para convertirlos, sus seguidores dicen que su cadáver estaba perfectamente preservado cuando se exhumó 8 años después de su muerte. El kibanguismo prohibe el tabaco, bailar, la carne de chimpancé y bañarse desnudo. Otras congregaciones eran más casuales, como la Iglesia del Viajero Celestial Haitiano de la Nueva Jerusalén, que se reunía en una habitación pequeña. Adentro, una congregación de 15 se mece al ritmo de guitarras eléctricas y tambores. Algunos devotos se arrodillan sobre sus sillas de plástico utilizadas como reclinatorios. El pastor canta con entusiasmo, mientras constantemente se tira al suelo. Me dijo que si quería fotos, tendría que esperar la autorización del comité de la iglesia, y “eso llevaría un mes o dos. O tal vez tres”. Desafortunadamente no podíamos esperar tanto tiempo, así que fuimos a otra iglesia la cual no tenía dinero para pagar su electricidad. O tal vez creían que la luz eléctrica era el diablo. El único foco del lugar proyectaba extrañas sombras de mujeres haitianas con adornos en sus cabezas. Un predicador con una chamarra de doble cuello alternaba entre criollo y francés, recordando tiempos duros en los que sólo tenía unos pantalones y hoyos en sus zapatos. “¡Pero me liberaste, Señor!” proclamó. “Me diste un trabajo. Ya tengo zapatos. Sólo Dios tiene el poder de otorgar permisos de residencia. Jesús es la única solución”. Después del servicio, este predicador nos confesó que predicará en cualquier iglesia que le permitan hacerlo, y gustosamente daría otro sermón en francés para nosotros, sólo teníamos que darle dinero. Antes de dejar el matadero, regresamos al primer piso, donde descubrimos la parroquia mas funky: la Iglesia Congolesa de la Paz del Señor. Un predicador llamado Didier Kuku estaba sintiendo el funk, brincando por toda la habitación en un enérgico baile estilo Genesis. “Antes de venir a este mundo, Dios ya había hablado sobre ti”, dijo. “Antes de que estuvieras en el vientre de tu madre, Dios el eterno, ya te había hecho una promesa. ¿Entiendes estas palabras? Porque lo siguiente te va a bombardear: él es el que habla de las cosas antes de que las cosas existan”. Señaló las sillas de plástico: “Hoy hablamos sobre petróleo. ¿Saben lo que hizo el hombre con el petróleo? Todo este plástico frente a ustedes, estas sillas. Dios quería que hubiera espíritu creativo dentro de ustedes, un espíritu que llama la EXISTENCIA de cosas que no existen. ¿Los han rociado alguna vez? Vayan y díganle a su vecino: ¿Te ha rociado alguna vez DIOS?”